Y el amor […] es el fin último de casi todo esfuerzo humano. Tiene una influencia perturbadora sobre los más importantes asuntos e irrumpe a todas horas las ocupaciones más serias. A veces obliga a cometer tonterías a los más grandes ingenios y no tiene escrúpulos en lanzar sus frivolidades a través de las negociaciones diplomáticas y de los trabajos de los sabios. Por lo demás, se las ingenia para deslizar sus dulces esquelas y sus mechoncitos de cabellos hasta en las carteras de los ministros y los manuscritos de los filósofos.
Y esto no le impide ser a diario el promotor de los asuntos más indignos e intrincados, hasta romper las relaciones más preciosas y quebrar los vínculos más sólidos. También suele elegir por víctimas ya sea a la vida o a la salud, o bien a la riqueza, el linaje o la felicidad; y hace del hombre honrado un hombre sin honor. Y a quien es fiel lo transforma en un traidor y parece ser así como un demonio que se esfuerza en trastornarlo todo, en complicarlo todo, en destruirlo todo, entonces estamos dispuestos a exclamar: ¿por qué tanto ruido? ¿Por qué esos esfuerzos, esos arrebatos, esas ansiedades y esa miseria?
No se trata más que de una cosa muy sencilla; sólo se trata de que cada macho se aparee con su hembra. ¿por qué tal trivialidad ha de representar un papel tan importante y causar a cada momento toda clase de trastornos y desarreglos en la perfecta y ordenada vida de los hombres?
Pero ante el pensador serio, el espíritu de la verdad descorre poco a poco el velo de esta respuesta. No se trata de una trivialidad; lejos de eso, la importancia del asunto es proporcional a la formalidad y a la fuerza que se empeña en su persecución. El fin último de toda empresa amorosa, tanto si se inclina a lo trágico o a lo cómico, es en verdad, el más grave e importante por entre los diversos fines de la vida humana, y merece ser considerado con la más profunda seriedad.
En efecto, se trata nada menos que de la procreación de las próximas generaciones. […] En este gran interés se fundan lo patético y lo sublime del amor, sus arrebatos, sus dolores infinitos, que desde millares de siglos no se cansan los poetas de representar con numerosos ejemplos. ¿qué otro asunto pudiera revestir mayor interés que el referido al bien o al mal de la especie?
Arthur Schopenhauer
1.29.2008
-.El Amor.-
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario